Sucesión De Vías

Sucesión De Vías

En astrología, la casa 8 es la casa de la muerte. Está regida por Plutón y Marte, que a su vez gobiernan a Escorpio. De la misma manera, en el tarot, Escorpio rige la carta de la Muerte. En ambos, el camino es doloroso, como suele serlo la transformación.

Después de la casa 8, sigue la casa 9, la de los viajes y la expansión, regida por Júpiter, el planeta benefactor que bendice y potencia. Así mismo, la carta de la Muerte nos muestra que el jinete que avanza sobre su caballo, sembrando tragedia y dolor, solo conduce a un destino: el Sol. Por eso, en la carta vemos a un niño que recibe a la Muerte con emoción, porque para él significa cambio, lo único que ha conocido en su corta vida.

El mensaje de ambas energías suele ser el mismo: vas a sufrir, pero es necesario para alcanzar lo que deseas. En la vida hay verdades que parecen intuitivas, pero que deben aprenderse, porque la normalidad nos vuelve ciegos a ellas. Una de esas verdades es que para llegar del punto A al punto B, hay un camino. Un camino en el que olvidamos el punto A y perdemos de vista el punto B. ¿Qué hay entre ambos? La casa 8 y la Muerte parecen darnos la respuesta: un proceso oscuro e incómodo, pero inevitable. No se puede pasar automáticamente del A al B.

En la vida, nada es automático. Lo que es automático es impuesto, y lo impuesto no es orgánico. El ser humano nunca podrá alcanzar el Sol —símbolo en astrología de la identidad y la felicidad— sin autenticidad, sin reflexión, sin romper la inercia de una sociedad que busca comodidad a costa de ignorar los caminos dolorosos de la muerte y la transformación. La comodidad constante y sin cuestionamiento es un pacto entre el ego y la persona. Cuando exigimos control para obtener comodidad, casi siempre el precio es la felicidad auténtica.

Desde esta reflexión nace Vía de Olivia: de entender la vida como una sucesión de vías, de pequeñas muertes que nos llevan al Sol.

El símbolo en la bandera que la Muerte lleva con orgullo en el tarot no es una cruz ni una lápida, sino una flor, como la oliva. Representa esa parte de la naturaleza que surge de la tierra, donde lo que una vez murió se regenera para dar lugar a nueva vida y continuar alimentando el ciclo.

Nuestra primera cápsula comienza con la imagen de unos limones llenos de vida, cortados por un cuchillo que, aunque pone fin a esa vida, lo hace para entregársela a quien los corta. Un recordatorio simple pero poderoso de que la muerte es una parte esencial de lo que nos da vida, y que temerle es un sinsentido, porque ella es, en sí misma, la Vía de Olivia.

-Por: Leonardo Goez 

@leogoez_

 

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